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Rescatan en la sierra hidalguense al Dr. Rafael Bisquerra, eminencia internacional en educación emocional

Allí, en el corazón de esa geografía implacable, una eminencia internacional en educación emocional, el Dr. Rafael Bisquerra, quedó atrapado junto con la Maestra Rosa Isela Ramírez, durante cinco días que parecieron eternos.

Tianguistengo

Por Trapiche Digital

Octubre 14, 2025

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*.- El reconocido académico español permaneció cinco días aislado en Tianguistengo tras el paso del huracán “Priscilla”; fue rescatado gracias a un operativo encabezado por el Dr. Carlos César Pérez Escamilla y habitantes de las comunidades La Morita y La Esperanza.

Por José R Martínez Enríquez

Huejutla de Reyes, Hgo.- La Sierra Alta de Hidalgo, tan majestuosa como indómita, se convirtió por unos días en una trampa de lodo, derrumbes y oscuridad. El huracán Priscilla había roto la calma de las montañas, cortando caminos y aislando comunidades enteras. Entre ellas, La Morita y La Esperanza, en el municipio de Tianguistengo.

Allí, en el corazón de esa geografía implacable, una eminencia internacional en educación emocional, el Dr. Rafael Bisquerra, quedó atrapado junto con la Maestra Rosa Isela Ramírez, durante cinco días que parecieron eternos. Su rescate, liderado por el Dr. Carlos César Pérez Escamilla, se convertiría en una de las historias más conmovedoras de solidaridad y liderazgo que haya dejado el paso de este fenómeno natural.

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Una historia que parece

escrita por la vida misma

Rosa Isela Ramírez compartió su testimonio con la voz temblorosa pero el corazón pleno. En su relato, publicado en redes, deja ver no solo el miedo, sino la profundidad humana del encuentro con el destino:

“El jueves 9 de octubre fue una noche muy oscura. Coincidimos varias personas en medio de derrumbes, tormenta, agua, mucho miedo… pero Dios es maravilloso y pone un propósito muy grande en su gente para ayudar.”

Y entonces surge la pregunta que muchos se hacen:

¿Qué hacía una eminencia como el Dr. Bisquerra en estas montañas de la sierra hidalguense?

La respuesta llega con humildad y una ironía del destino:

“Como parte del itinerario de la Primera Jornada Internacional de Educación Emocional, el Dr. Rafael y una servidora íbamos rumbo a la ciudad de Cuernavaca, Morelos, a presentar una conferencia magistral… y el huracán nos agarró en plena sierra el día jueves a medio día. Ya no pudimos llegar a nuestro destino.”

Así, el académico catalán, conferencista internacional y uno de los fundadores de la Educación Emocional moderna, quedó varado en una sierra remota, enfrentando la experiencia más real y profunda de lo que tantas veces enseñó en sus aulas: la gestión del miedo, la resiliencia y la fuerza interior del ser humano.

Habla el Dr. Escamilla

La otra mitad de la historia la cuenta el Dr. Carlos César Pérez Escamilla, médico y presidente municipal de San Felipe Orizatlán, en la Huasteca Hidalguense, quien también quedó atrapado en la montaña con su esposa y su pequeño hijo. Su testimonio revela la magnitud de lo vivido:

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“El Dr. Bisquerra iba para Cuernavaca a impartir una ponencia sobre educación emocional. Debido a los derrumbes en la carretera Tampico–México, en los municipios de Tlanchinol, Molango y antes de llegar a Zacualtipán, decidieron irse por la carretera Atlapexco–Tianguistengo.

Un servidor viajaba el día diez de octubre hacia Pachuca por motivos de trabajo, acompañado de mi familia. Al llegar a la comunidad de La Esperanza, nos sorprendió el huracán Priscilla.”

El relato se vuelve estremecedor:

“Ahí nos agarró el huracán. Un derrumbe enfrente nos bloqueó el paso, y atrás de nosotros, donde comenzaba la comunidad, el cerro se vino abajo completamente. Quedamos atrapados entre dos muros de tierra. El riesgo era latente, el miedo inmenso. Pasamos la noche sin dormir. Imagina: yo con mi esposa y mi hijo pequeño.”

Y en esa hilera de autos detenidos, entre el lodo y el miedo, también estaban el Dr. Bisquerra y la Maestra Rosa Isela.

“Al día siguiente, con apoyo de una retroexcavadora, logramos avanzar unos 300 metros hasta La Morita. Dejamos los vehículos y tuvimos que subir por el cerro, rodear los derrumbes, caminar sobre barrancos y lodo. En la siguiente sección de La Morita, el doctor ya no pudo continuar. Lo dejamos a resguardo junto con Rosita.

Mi familia y yo seguimos a pie nueve horas entre cerros, atravesando más de 30 derrumbes. En algunos tramos, el lodo nos llegaba casi a la cintura. Fue una experiencia espantosa, pero logramos llegar a Tianguistengo cerca de las diez y media de la noche.”

Ya a salvo, el Dr. Escamilla no descansó. Comenzó de inmediato a buscar una forma de rescatar a quienes quedaron atrás:

“Pedimos apoyo al gobierno de España, al consulado y la embajada, pero nos dijeron que debía intervenir el gobierno federal. También pedimos ayuda al gobierno estatal, pero había muchas zonas en situación crítica. Entonces decidí buscar un helicóptero por mi cuenta.”

El helicóptero fue contratado con recursos propios, con ayuda de amigos, autoridades locales y familiares, entre ellos el Ing. Juan de Dios Nochebuena, presidente de Atlapexco, y el presidente Gabino, de Tlanchinol, así como familiares de la maestra Rosa Icela, quienes respaldaron la operación.

“Desafortunadamente, la niebla no le permitió aterrizar. Esa noche nos enteramos de que las máquinas ya estaban trabajando cerca de la comunidad, así que le pedí a Rosita que se arriesgaran a caminar con el doctor Bisquerra hasta donde pudiéramos encontrarlos.”

Y así fue.

“Caminaron dos horas y media entre derrumbes hasta encontrarse con nosotros. Los rescatamos y los trajimos a Pachuca. Esa misma noche, el doctor Bisquerra voló rumbo a España. Ya está de regreso en Barcelona.”

Antes de cerrar su relato, el Dr. Escamilla deja ver su lado más humano:

“Aproveché la ocasión para llevar víveres a las comunidades que nos habían auxiliado. Llevamos bastantitos. Pedí a Rosita que acompañara a la gente para recogerlos. Al final, todo salió bien. Fue una pesadilla, pero lo logramos.”

El humanismo que inspira;

una lección para el alma

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El rescate del Dr. Rafael Bisquerra no solo es noticia: es metáfora. Un académico que ha dedicado su vida a enseñar cómo gestionar las emociones extremas, enfrentó en carne propia la vulnerabilidad, la incertidumbre y la empatía.

Y fue precisamente la emoción humana —el amor, la fe, la solidaridad— la que lo devolvió a la vida.

Rosa Isela concluye su relato

con la voz entrecortada:

“Con Dios todo… pido una oración por toda la gente que perdió sus hogares. Lo bueno es que aún hay mucha gente buena, con la capacidad de ayudar de corazón. Esas sí son almas grandes.”

Y es que, cuando la tormenta se lleva los caminos, lo que queda al descubierto no es la tierra… es el alma.

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